Al llegar al siglo XVI nacieron como por ensalmo en toda el haz del mundo cristiano occidental actores, autores y teatros improvisados en carros ambulantes, en los patios o corrales de vecindad, en los juegos de pelota, etc., que arrastraban a las multitudes. Fue en ese momento cuando aparecieron los dramaturgos más eminentes que ha conocido el mundo después de los griegos.
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