El color amarillo, desear buena suerte o regalar claveles, son sinónimo de mal fario en los escenarios.
Una escena de «Macbeth», la obra maldita de William Shakespeare. En España, en la década de 1930, era de mal agüero representar la obra de Jacinto Grau, El señor de Pigmalión. También en España, ganar el Premio Lope de Vega podía suponer no volver a estrenar
El mundo de la escena es de natural supersticioso. Hay intérpretes con manías personales muy diferentes -desde quien se santigua antes de pisar la escena hasta quien necesita lavarse los dientes varias veces durante la función-, pero hay una serie de supersticiones y creencias comunes en el mundo de la escena (aunque puedan variar según el lugar y la cultura).
1. El amarillo.
El color amarillo está proscrito en el mundo de la escena, e incluso hay quien se pone nervioso si alguien del público lo lleva. Al parecer, nace de la muerte en escena del dramaturgo frances Jean-Baptiste Poquelin, Molière. En febrero de 1673, Molière estrenó «El enfermo imaginario», y vestía de amarillo. En plena representación se sintió indispuesto y pocas horas después moría en su casa. Desde entonces, se considera este color gafe para el escenario. El estreno de «Salomé», de Oscar Wilde, cuyos bocetos de escenografía estaban dominados por el amarillo, acrecentaron su fama, pues la representación pública de la obra fue prohibida en Gran Bretaña hasta 1958. En algunos países, también el morado es sinónimo de mal fario.
2. Prohibido desear suerte.
Desear suerte el día del estreno es sinónimo de mala suerte. Para sustituirlo, se utilizan expresiones como «rómpete una pierna» o «Mierda». Las dos tienen origen, al parecer, en el teatro isabelino británico. No está claro el significado de la primera expresión, pero podría referirse a que a los actores, tras una buena actuación, se les arrojaban monedas al escenario; los intérpretes, entonces, se arrodillaban y «rompían la línea de la pierna» para recogerlas. En el caso de la segunda expresión, popularizada en el teatro francés, parece referirse a los excrementos que dejaban los caballos de los carruajes de los asistentes al teatro. Cuanto mayor era la «mierda» alrededor del teatro, mayor éxito suponía para la obra. En Italia también se emplea la expresión «In bocca al lupo» (En la boca del lobo).
3. Macbeth, la obra maldita.
Una escena de «Macbeth»
Las gentes de la escena evitan decir la palabra «Macbeth» en el teatro, y se refieren a ella como «la obra escocesa». De hecho, existe incluso un ritual en el caso de que alguien la pronuncie para limpiar la maldición: salir del teatro, escupir en el suelo, girar sobre sí mismo tres veces y pedir a gritos poder volver a entrar en la sala. Acerca del origen, tampoco está claro. Hay quien culpa a Shakespeare, por incluir conjuros y maldiciones auténticos en el texto. Otros dicen que a las brujas reales no le gustó el trato recibido en la obra y la maldijeron. Y los más prácticos esgrimen otro argumento: hay tanta violencia y armas en ella que no es difícil que surjan accidentes. El mal fario empezó en el mismo estreno de la obra, en 1606, cuando el actor que interpretaba a Lady Macbeth (en el teatro isabelino no se permitía actuar a las mujeres) enfermó repentinamente y murió entre cajas. Los percances a lo largo de la historia han implicado a actores como Laurence Olivier o Charlton Heston.
4. Prohibido silbar.
Silbar en escena es sinónimo de mala suerte. Por lo menos para quien lo haga, ya que la tradición exige que sea despedido. Todo parece provenir de la época en que no había otra forma de comunicación que la voz. Los técnicos trasladaban las órdenes dadas por el director mediante silbidos codificados. Si una persona ajena a ellos silbaba a destiempo, podìa provocar una catástrofe en escena.
5. No regalar claveles.
Un clavel sobre el escenario
Si ha pensado enviar flores al camerino de un actor o una actriz -algo que ellos agradecen mucho-, no se le ocurra incluir claveles e el ramo. Esta superstición procede, al parecer, del siglo XIX. Entonces, los teatros contrataban a los intérpretes por temporada y su manera de comunicar la renovación del contrato a una actriz era enviarle rosas. Si, por el contrario, le enviaban claveles, era la sutil manera que tenía el empresario de decirle que estaba despedida.
6. Las plumas de pavo real.
Las plumas de este animal están mal vistas no solo en el teatro. Los coloridos dibujos de estas aves, que pueden recordar a un ojo diabólico, parecen tener la culpa de ello: significan mal de ojo. Según la tradición, han ocurrido muchos sucesos desagradables y accidentes en escena con un denominador común: había en ella una pluma de pavo real.
7. Una luz siempre encendida.
Nunca ha de dejarse el escenario completamente a oscuras. La razón, los fantasmas. En el mundo del teatro son innumerables las historias y las leyendas sobre fantasmas; la más famosa, la que recogió Gastón Lerroux en su novela «El fantasma de la Ópera». Para ahuyentarlos, siempre permanece una luz encendida en el escenario o entre cajas.
8. Prohibido tejer lana.
Los actores pasan en ocasiones muchos tiempos muertos en sus camerinos, esperando salir de nuevo a escena o aguardando en los ensayos; y han de entretenerse con algo. Pero tienen prohibido tejer algo con lana, eso significa mala suerte para todo el reparto de la obra.
9. No a los espejos.
Que se rompa un espejo equivale, según el acerbo popular, a siete años de mala suerte, y no solo en el mundo de la escena, donde son sinónimo de mal fario incluso enteros. De todos modos, y supersticiones aparte, los espejos reales son elementos peligrosos encima de un escenario, porque presentan problemas técnicos con las luces, y pueden ser causa de distracción para algún actor o actriz poco concentrados y con hinchazón de ego.
10. El libreto bajo la almohada.
Algunos actores, durante el período de ensayos, dormían con el libreto bajo la almohada. No es que se hubieran enamorado del texto o de su personaje, sino que existía la creencia de que así les sería más fácil aprenderse el papel; por el contrario, otros lo consideran signo de mala suerte. En cualquier caso, siempre es más seguro tratar de aprendérselo a base de estudio y repetición.
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